ÓLEOS DE PING PONG
| MARÍA GUERRIERI
Curaduría Guadalupe Creche
Colaboración Juliana Iriart
Noviembre 2020
Selvanegra Galería
ÓLEOS DE PING PONG
MARÍA GUERRIERI
Curaduría Guadalupe Creche
Colaboración Juliana Iriart
Noviembre 2020
Selvanegra Galería
Guerrieri. Ouvrard. Morandi
Es el año 1985. El cielo se ve en tonos de naranja rojo y amarillo, aún con estos colores no se distingue la forma de las nubes. Al centro, apenas hacia la izquierda, flota en el cielo una pelotita redonda como de ping pong con aura de huevo frito ocupando el lugar del sol. La línea del horizonte separa el cuadro en dos. Abajo, tres son los camotes o batatas que toman sol apoyados en el suelo de pasto verde y tierra marrón. La pintura no es muy grande, mide treinta y cinco de alto por cincuenta de ancho en centímetros. La técnica, pastel sobre cartón. Esta pintura está en la tapa del libro que reúne ochenta obras del pintor rosarino Luis Ouvrard hechas en el período entre 1916 y 1986.
Es el año 1954. Tres botellones de vidrio grueso y un cuenco de cerámica descansan sobre una mesa marrón muy oscura. Una línea horizontal al medio traza el horizonte y divide a la pintura en dos partes. Hace un paisaje. Hace una naturaleza muerta. La luz desde arriba ilumina de forma pareja los objetos. Esta pintura tampoco es muy grande, mide treinta de alto por cuarenta y cinco de ancho en centímetros. La técnica, óleo espeso y recargado sobre tela. Forma parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes y fue hecha por el boloñés Giorgio Morandi.
Es el año 2019. Octubre. Visito a María Guerrieri en su casa taller por primera vez. En la planta baja pinta una serie muy minuciosa de ladrillos marrones como el adobe que se usa para las construcciones. Los rectángulos forman cuerpos, mapas y geografías de ciudades que no existen. En la planta alta de la casa taller, en medio de un despliegue de piezas de cerámica realizadas en los últimos años, pinta con óleo una serie de doce pinturas: óleos de ping pong.
Es el año 2020. Me llama la atención que en las pinturas no hay rivales ni oponentes. En los óleos no se trata de ganar o perder un partido, ni siquiera de competir, sino de pelotear: seguir el movimiento de la pelota conectando cuerpo y espacio en un diálogo. Los óleos están hablando de arte y de deporte intercaladamente y casi sin distinción, diciendo que la paleta de colores intensos como el azul ftalo, el rojo vibrante, el amarillo fosforescente, o el óleo sin diluir generan una textura de merengue, que dan ganas de tocar, comer y oler. El color de la pelotita naranja flúor, la mesa azul con líneas blancas, la falsa escuadra y la forma triangular están presentes.
Se podría ordenar la serie en tres, dividir en Paisaje con mesas, Naturaleza muerta con paletas y Figura humana marcando movimientos. Dividir en tres colores: rojo, azul, verde, y ver en la sala un montaje entre complementarios. Azul, color del soporte del tenis de mesa profesional. Marcar un tema: el ping pong. Pero parece que estas jerarquías que sirvieron de base a la artista para organizar un principio y una forma de entrenamiento han sido desbordadas. Tratar de contener la expansión en el trabajo de María desdibujaría su sentido; su trabajo rompe de una vez y con humor los mandatos en la tradición de la pintura, como el formato y los temas que aún hoy recaen sobre las pintoras.
En esta serie de pinturas transpone sus saberes artísticos desde lo aprendido hacia lo aprehendido. Juega ella y nos hace jugar en la historia de la pintura, las influencias de Ouvrard, Morandi y Fígari, los géneros, los temas, los colores y los tamaños. Y esta vez juega un partido de belleza rara y saturante. Los óleos del ping pong se ubican en un peloteo sin competencia acerca de las formas posibles de ser y hacer en el arte local.
GUADALUPE CHECHE
Guerrieri. Ouvrard. Morandi
Es el año 1985. El cielo se ve en tonos de naranja rojo y amarillo, aún con estos colores no se distingue la forma de las nubes. Al centro, apenas hacia la izquierda, flota en el cielo una pelotita redonda como de ping pong con aura de huevo frito ocupando el lugar del sol. La línea del horizonte separa el cuadro en dos. Abajo, tres son los camotes o batatas que toman sol apoyados en el suelo de pasto verde y tierra marrón. La pintura no es muy grande, mide treinta y cinco de alto por cincuenta de ancho en centímetros. La técnica, pastel sobre cartón. Esta pintura está en la tapa del libro que reúne ochenta obras del pintor rosarino Luis Ouvrard hechas en el período entre 1916 y 1986.
Es el año 1954. Tres botellones de vidrio grueso y un cuenco de cerámica descansan sobre una mesa marrón muy oscura. Una línea horizontal al medio traza el horizonte y divide a la pintura en dos partes. Hace un paisaje. Hace una naturaleza muerta. La luz desde arriba ilumina de forma pareja los objetos. Esta pintura tampoco es muy grande, mide treinta de alto por cuarenta y cinco de ancho en centímetros. La técnica, óleo espeso y recargado sobre tela. Forma parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes y fue hecha por el boloñés Giorgio Morandi.
Es el año 2019. Octubre. Visito a María Guerrieri en su casa taller por primera vez. En la planta baja pinta una serie muy minuciosa de ladrillos marrones como el adobe que se usa para las construcciones. Los rectángulos forman cuerpos, mapas y geografías de ciudades que no existen. En la planta alta de la casa taller, en medio de un despliegue de piezas de cerámica realizadas en los últimos años, pinta con óleo una serie de doce pinturas: óleos de ping pong.
Es el año 2020. Me llama la atención que en las pinturas no hay rivales ni oponentes. En los óleos no se trata de ganar o perder un partido, ni siquiera de competir, sino de pelotear: seguir el movimiento de la pelota conectando cuerpo y espacio en un diálogo. Los óleos están hablando de arte y de deporte intercaladamente y casi sin distinción, diciendo que la paleta de colores intensos como el azul ftalo, el rojo vibrante, el amarillo fosforescente, o el óleo sin diluir generan una textura de merengue, que dan ganas de tocar, comer y oler. El color de la pelotita naranja flúor, la mesa azul con líneas blancas, la falsa escuadra y la forma triangular están presentes.
Se podría ordenar la serie en tres, dividir en Paisaje con mesas, Naturaleza muerta con paletas y Figura humana marcando movimientos. Dividir en tres colores: rojo, azul, verde, y ver en la sala un montaje entre complementarios. Azul, color del soporte del tenis de mesa profesional. Marcar un tema: el ping pong. Pero parece que estas jerarquías que sirvieron de base a la artista para organizar un principio y una forma de entrenamiento han sido desbordadas. Tratar de contener la expansión en el trabajo de María desdibujaría su sentido; su trabajo rompe de una vez y con humor los mandatos en la tradición de la pintura, como el formato y los temas que aún hoy recaen sobre las pintoras.
En esta serie de pinturas transpone sus saberes artísticos desde lo aprendido hacia lo aprehendido. Juega ella y nos hace jugar en la historia de la pintura, las influencias de Ouvrard, Morandi y Fígari, los géneros, los temas, los colores y los tamaños. Y esta vez juega un partido de belleza rara y saturante. Los óleos del ping pong se ubican en un peloteo sin competencia acerca de las formas posibles de ser y hacer en el arte local.
GUADALUPE CRECHE
Audio x La poeta mentirosa [JULIANA IRIART]