CASI

 

Inés Beninca

 

Curaduría y texto por Rafael Cippolini

2023

 

Casi

Toda pintura tiene su casi (cada inconsciente personal es un estratega, rara vez silencioso). De tan evidente, suele pasar desapercibido, y es mucho más que una clave. Se trata de imágenes que tienden a su sospecha suave: qué se evade, qué se esfuma, o bien qué se presenta, y por qué. Hablamos de disponibilidad, fragilidad y ante todo de incertidumbre, cuando intuimos que esas dudas nos definen (es un desafío: deberíamos aprender a dudar

cada vez mejor; un vaivén entre el adverbio y cada imagen, qué retiene, qué posterga).
Si pudiéramos acercarle un término, el de las obras de Inés Beninca podría ser epigramático, a modo de espectros delicados que saben insinuarse en un misterio paradójico, porque no parece estar interesado en explicar nada. Un epigrama indiscreto que inventa sus vacilaciones delante de nuestros ojos. Entre dejarse ir y el interrogante, en el instante en que titubeamos o nos descolocamos. Quizá sea necesario perder un poco el control apaciblemente, entendiendo que la pintura necesita otra cosa: ese casi.

En su Instagram escribe: “Para mi, aún son puras preguntas. Capaz que desde afuera, pero desde cerca puedan ver algo de todo esto que no sé ahora poner en palabras. Qué tema esto de las palabras y las pinturas, qué difícil hablar mientras pinto, qué difícil pintar mientras hablo.”

El casi también puede ser también un estilo, y un sistema. Pulsión e intención, actitud y carácter. Viene dado, pero se construye en tres capítulos únicos: Diurno, el primero. Villa Elisa, el intermedio. Alba, el final. Que la epifanía doméstica elabore ese encuentro con lo que no esperábamos. Se le atribuye a Morandi: “Creo estar libre de presupuestos y al mismo tiempo puede que yo sea todo presupuestos. Y no sé si quiero saber cuáles”. Cualquier pintura comienza en los pigmentos y busca su superficie. Y entre tanto, es probable que intervenga otra delicada epifanía.
Los espectadores también necesitamos ese casi. Sobre todo ahora.
Un cuadro nunca está solo, sabemos que libra su guerra apenas secreta con todo lo que lo rodea (el espacio rondante, las condiciones de luz, también la sensación de cada sala). Casi, en el margen de este dentro y fuera, en lo que

fue visto y pintado y al revés. Como las pinturas de Inés, que parecen adueñarse de la sala sin invadirla. O sus parientes imaginarios (eso que solemos llamar influencias o tradición) y antes que nada, en lo que no es necesario decir.

Rafael Cippolini
13 de octubre, 2023